Avance sostenido en el tiempo

Por: Profesor Heriberto Pezzarini

La palabra Concordia significa acuerdo, armonía, conformidad, unión de corazones (con cordis). Surgió como nombre de una población, corolario feliz de una larga etapa de desencuentros entre los entrerrianos sucedida entre 1825 y 1831 conocida como anarquía entrerriana.

Con el propósito de terminar con ese terrible momento, el Coronel Pedro Espino, gobernador producto de la misma anarquía como tantos otros, decidió convocar una asamblea extraordinaria que tuviese más fuerza que la débil legislatura de ese entonces, compuesta de 5 diputados y un secretario. Fue así que, representando a los distintos Departamentos Subalternos en que se dividía la Provincia, concurrieron los diputados elegidos para integrar esa asamblea que entró en funciones a mediados de 1831. Toda nuestra región, actuales Departamentos de Concordia, Federación, Federal y una parte de Feliciano, estaba comprendida en el Departamento Subalterno de Mandisoví. Como diputado fue elegido el Padre Mariano José del Castillo, párroco de Mandisoví, única población existente en el noreste entrerriano.

La asamblea Extraordinaria se reunió en Paraná, llenó su cometido mediante una serie de medidas a fin de tranquilizar los espíritus y las armas de los grupos que se disputaban el poder por medio de luchas largas y estériles.

El 21 de noviembre de 1831 finalizó sus sesiones la magna asamblea. Lo hizo con una nota a la Legislatura, inspirada por el P. del Castillo, donde se solicitaba que se mandase a fundar una villa en el Rincón del Salto (territorio entre el Ayuí y el Yuquerí) que llevase por nombre Concordia para perpetuar en el recuerdo la lograda unión y entendimiento de los entrerrianos.

Así, la Legislatura sancionó el decreto de fundación el 29 noviembre de 1831 el que recién se puso en práctica en 1832 cuando fue nombrado el mismo P. del Castillo, como "Sujeto Inteligente", comisionado para la fundación material. A del Castillo le toco elegir el lugar, realizar mediciones, establecer el formato urbano con manzanas, solares, sitios y calles y, además, establecer los primeros pobladores.

Evolución difícil de los primeros años

Fue lenta durante los veinte años sucesivos a la fundación, fundamentalmente por las largas luchas internas e internacionales vividas por los pueblos del Plata. Los Comandantes Militares (primeras autoridades), se obligaron a desocupar la Villa de pobladores y comercios para llevarlos lejos de los ataques (C. del Uruguay y A° Grande). En 1843 fue la invasión del correntino Madariaga que destruyó totalmente la población, junto al saqueo. La Villa se reconstruyó pacientemente cuando, después de aventado el peligro, pobladores y comerciantes regresaron de su éxodo. En 1845-46 se produjo la expedición de Garibaldi por el Río Uruguay al servicio de los interventores anglo-franceses. Asoló poblaciones ribereñas. Concordia estaba en sus miras para asegurar provisiones y comunicación hacia Corrientes. Ante la inminente llegada del italiano, el Comandante de Concordia, Coronel D. Juan Quinteros, vació la villa de pobladores enviándolos en carretas hacia el campamento de Arroyo Grande y, con una pequeña fuerza de milicianos enfrentó a huestes garibaldinas que procuraron desembarcar en Concordia, logrando rechazarlas. En esa acción perdió la vida Quinteros, primer héroe concordiense.

En estos momentos de luchas Concordia despaciosamente fue afirmándose por el empeño y tesón de su población. Era su pequeña pero entusiasta actividad comercial la que le daba vida, aunque también contribuía la primera industria concordiense: el saladero de Duarte Manzores, establecido en 1836. A su vez, los comandantes tomaban medidas para la seguridad como el abasto, la apertura de calles, las concesiones de sitios, acciones concretas contra las epidemias, especialmente la viruela, verdadero azote en la Concordia inicial. Pero era el puerto el motor del desarrollo y crecimiento comercial. Su ubicación estratégica entre el alto y bajo Uruguay, con navegación restringida por el Salto Grande, lo hacía el necesario eje del tránsito de mercaderías, especialmente los productos de la tierra que llegaban en carretas desde el norte, donde la yerba era el más preciado, y se embarcaban en pequeñas embarcaciones a vela como la goleta, pailetot, sumaca, queche, entre otros, con destino a Buenos Aires y Montevideo, lugares de donde eran embarcados hacia Concordia productos como harinas, sal, lienzos, paños, material ferroso, bebidas, etcétera, las que, con excepción de las que absorbía nuestro comercio, continuaban vía terrestre hacia Corrientes, Misiones y el Brasil.

Hacia 1850, una vez finalizadas las grandes contiendas rioplatenses, se aprecia un mayor impulso en Concordia. La población superaba las 1400 personas siendo muy interesante la buena proporción extranjeros, especialmente orientales y españoles, mayoría vasca que se dedicaba al comercio (pulperos y tenderos) y a actividades ganaderas de poca importancia. También había unos pocos italianos y, lo llamativo, descendientes de africanos en el trabajo del saladero que llevaban el apellido de Manzores. La sociedad estaba bien diferenciada: una burguesía cuyo fuerte era el comercio y que ocupaba los principales cargos militares y políticos (Comandantes, administración aduanera, resguardo portuario, juzgado de paz y alcaldes). El otro sector de la sociedad estaba compuesto de familias humildes o de "Talón Pelado" como se les decía. Se dedicaban a trabajos diversos, principalmente oficios (ladrilleros, maestros albañiles, fabricantes de tejas, carreros, peones, etcétera).

La educación había evolucionado desde aquella inicial que se brindó por maestros particulares, o la escuela que fundó el Padre Francisco Terroba en 1843, al establecimiento de la primera escuela pública fundada por Urquiza en 1847 para varones y dos años después la de niñas. En cuanto al templo de San Antonio de Padua, establecido desde la época de P. del Castillo que había sido construido de paja y barro, luego de algunos años fue trasladado para convivir con la escuela pública. En 1847, Concordia fue reconocida como parroquia y su primer titular fue P. Ramón Navarro. Años después, mediante Bula pontificia, se instituyó como patrono a San Antonio de Padua al que se veneraba aún antes de la fundación de la cuidad.

Concordia mantuvo su condición de Villa hasta 1851 cuando por un decreto Urquiza se le dio categoría de ciudad.

El despegue

En 1852 se libró la batalla de Caseros que puso fin a la dictadura rosista y en la que participaron jefes y soldados de Concordia. Urquiza pasó a ser el nuevo jefe político y militar de la confederación, no aceptado por Buenos Aires. En 1853 fue sancionada y promulgada la Constitución, Justo José de Urquiza fue elegido como primer presidente. El territorio de Entre Ríos fue federalizado. Todas las poblaciones sufrieron los vaivenes de la guerra con Buenos Aires. Concordia no escapó a ello. El comercio fue ahogado y únicamente se comerciaba frecuentemente con Montevideo. La falta monetaria trajo gravísimos inconvenientes a las pocas actividades comerciales y, sobre todo, en la administración pública que debió soportar atrasos de meses en los sueldos.

Recién después de 1861, cuando Entre Ríos logró recuperar su territorio federalizado y se instalaron nuevamente las autoridades provinciales, se reinicia el intento ascendente que se había perfilado antes de Caseros. La población aumentó considerablemente con el aporte de familias que llegaron desde otras provincias y del exterior. Concordia también sintió esa transformación y así engrosan su población, correntinos, cordobeses, orientales, porteños sin menoscabar el fluir de vascos franceses, españoles e italianos. La ciudad se modificó en su radio urbano: apertura y mejoramiento de nuevas calles, exigencias de cercados y veredas, casas de material, galpones comerciales y de depósito. La Aduana aumentó sus ingresos porque el movimiento portuario se hizo intenso, sobre todo después del traslado del puerto a la desembocadura del Manzores. Se intensificó el tráfico de exportación e importación. Carnes saladas, grasas, aceites, cueros vacunos, y yeguarizos, cerdas, lanas, leñas, postes de la región, más la yerba, que si bien viene del norte, contribuyeron a transformar a Concordia en un centro  distribuidor. Las embarcaciones crecieron en tamaño, comenzaron a llegar artículos de hierro, cinc, harinas, aceites, bebidas, telas, azúcar, sal, calzados, muebles, otros. De ultramar llegaban artículos suntuosos como mármoles, vajillas, porcelanas, perfumes, sombreros, etcétera.

La industria se diversifica. Además del saladero inicial que ya cuenta con calderas y maquinarias especiales, se agregarán la lomillería, velerías, ladrillerías, fideería, jabonería. Aparecen firmas que perdurarán por muchos años del siglo XX como Arcioni, Randle y Robinson, Ortelli, Marcone, Iglesias, etcétera.

En 1860, se establece el Hospital de Caridad, antecesor del "Felipe Heras" y, en 1864 la sucursal del Banco Entrerriano. En lo social ya se perfila lo que constituirá la clase media. Las chacras y quintas aumentaron en torno a la ciudad.

En 1865, Concordia será el lugar escogido para la concentración de las fuerzas argentinas, uruguayas y brasileñas participantes en la guerra de la Triple Alianza y cuyo campamento estuvo en el Ayuí, mientras que Mitre utilizó como oficina una casa en el centro de Concordia. La presencia de semejante ejército fue un aliciente para el comercio local ya que fue el abastecedor fundamental.

En esta época de adelantos aparecieron los primeros órganos de prensa escrita, tales como "El Republicano" en 1865 y "La Libertad" en 1871, este último fundado por Olegario Víctor Andrade quien también tuvo que ver en la fundación del alumbrado a gas.

A partir de 1873 desaparece la figura del Jefe Político que había establecido la constitución de 1860 y se da paso a lo que había establecido la Carta Magna provincial: la creación de las municipalidades. En 1873 se inició la de Concordia con su primer intendente D. Federico Zorraquín, comerciante llegado después de 1850. Esta creación será vital para impulsar el desarrollo de la ciudad ya que serán los mismos vecinos quienes integrarán ésta institución de la democracia local, conocedores de los problemas que, anteriormente, era más difícil darle solución porque debían ser ordenados desde Paraná, más la consiguiente burocracia.

Ese hecho fue un gran aliciente para el comercio concordiense que se transformó en el proveedor.

Este nuevo momento empalmó con el progreso material que se registró desde 1880. Concordia tenía a favor la llegada de nuevos grupos de inmigrantes: italianos que impulsan la agricultura y la construcción, franceses en la granja y la cultura y, españoles que constituirán la colectividad más numerosa a fines del XIX cuya actividad estuvo orientada al comercio y a la industria. Los extranjeros y descendientes se asocian y mutualizan. Surge distintas sociedades de inmigrantes: la sociedad italiana "La Concordia", la Sociedad Francesa de Socorros Mutuos, la Sociedad Española de Socorros Mutuos, la Sociedad Italiana "Roma Intangible" y la Sociedad Oriental de Socorros Mutuos.

El comercio se vuelve pujante, emprendedor y movilizador, atrae a forasteros que se quedan. La industria se moderniza. El saladero agrega las carnes conservadas que gracias al frío llegan a Europa. Las fábricas "Uruguay" y "San Carlos" fueron los mejores exponentes de la época.  La vitivinicultura fue otro factor del progreso concordiense que brindaba mucha ocupación; la industria de este ramo proyectó excelentes vinos a los mayores mercados de consumo, favorecidos por la navegación y el ferrocarril. Los grandes viñateros fueron, entre otros, Moulins, Baylina, San Román, Oriol, Zorraquín, Robinson e Irigoyen. La ganadería del departamento también favoreció la fiebre progresista de Concordia. Además de saladeros, fábricas de conservas, curtiembres, graserías se agregaron el acopiador de productos y el consignatario; aparecieron las grandes barracas, preferentemente cercanas al ferrocarril y no muy lejos del puerto. Apellidos ganaderos como Dorado, Soler, Parker, Mendiburu, Garat, Taylor, O´ Connor, Isthilart y tantos otros llenaron esta etapa que se completará con la fundación de la Sociedad Rural en 1898.

Desde 1874 el ferrocarril estuvo en Concordia con la línea inicial hasta Federación, proyectándose rápidamente hacia el norte, como complemento de la navegación fluvial que era intensísima. En los primeros años del siglo XX se conectará con Buenos Aires. El movimiento aduanero de finales del siglo XIX alcanzó el tercer lugar en el país después de Buenos Aires y Rosario. Se establecieron compañías navieras fluviales como la del plata, Mihánovich y Las Mensajerías Fluviales. En 1885 se instala el primer aparato telefónico, paso importante para la consolidación de este importante servicio. El tranvía es otra conquista que enorgulleció a los concordienses, así como la electricidad, el telégrafo y el servicio de aguas corrientes. Empresas de afuera, preferentemente, invertían en estos servicios.

Prueba del polo de desarrollo importante que era Concordia.

La prensa y el periodismo se incrementaron con distintos títulos: "El Orden", "El Ferrocarril", "Uruguay", "Vox Pópuli", "EL Amigo del Pueblo", "EL Diario de Concordia", "EL Heraldo"  "El Litoral" y otros menores. La actividad bancaria se incrementó y Concordia pasó a ser la ciudad más próspera de Entre Ríos. Surgieron numeros bancos como El Nuevo Banco de Entre Ríos, Banco Nacional, Banco de Italia y Río de la Plata, Banco de Londres, Banco de Nación y Banco Popular.

La población aumenta: en 1869 había 5.500 habitantes, en 1895 ascendió a 11.695 y en 1914 a más de 20.000. Todo ello en 45 años. Sorprendente fue que desde 1914 a 1977, o sea en 63 años, la cifra superó los 97.000 habitantes y, mayor ritmo aun, si consideramos que desde 1977 a la actualidad, casi 30 años, se ha superado ampliamente 150.000 almas.

El desarrollo de la industria, pujante hasta la década del 80, la industria frigorífica que también se agotó, la actividad portuaria importante hasta mediados del siglo anterior, la ampliación de las líneas férreas, la olivicultura, el citrus y la actividad forestal, fueron herramientas que impulsaron el crecimiento poblacional, aunque cuando varias de ellas declinaron, se arraigó una situación social que, pese a esfuerzos, todavía se mantiene.

Epílogo

Como vemos grandes han sido los sobresaltos que ha vivido Concordia. De todos ha salido cicatrizando heridas y siempre en avance. Se sobrepuso por la pujanza de sus hijos, el cerebro y el brazo se unieron para sembrar positivamente. Creció en 25 años poblacionalmente en más de un 60% y, aunque la situación social es el problema para atacar a través de buenas políticas que incentiven fuentes de trabajo y, Concordia sea lo que fue en gran parte del siglo XX, creemos en Concordia y sus habitantes porque es una comunidad en permanente movimiento, que si en otros tiempos supo sobreponerse a las adversidades, ahora lo puede hacer con el sentido del nombre de CONCORDIA que es lo mismo decir, unidad de corazones.